Get live
Hoy tengo unos de esos dias que me pegaría un tiro y a la mierda... Y la verdad, es que no es la primera vez.
El precio de vivir en una gran ciudad es el hecho de tener que enfrentarte continuamente con desechos humanos que degradan la especie generalizándola en lo mas repugnante y podrido que os podáis imaginar: - Una rata callejera.
Pero, si os soy sincero, no me extraña para nada, de hecho lo reconozco: - Estamos podridos, por dentro y por fuera.
Me explico:
Miradas superficiales, corazones secos, dinero sucio, sudor sin derecho. La balanza desequilibra los oprimidos y equilibra a los ricos. Pero no me refiero a esa clase de lobos sin aullidos, sino a la mugre de las alcantarillas, a las verdaderas cucarachas proletarias, los amargados y envenenados trabajadores cabreados.
Lo pagamos todos cuando son ellos los primeros que nos tendrían que invitar a un vaso, si no fuera porque ya se lo han bebido. ¡Qué repugnancia me dan! Solo de imaginármelo me pongo nervioso y lo pago con la pared, y como bien sabéis, esa NO es la solución. Cree este espacio para que fuera mi salvación y de hecho siempre me protege contra el cancerígeno sol. Como debe ser para aquellos que aprecian la belleza hasta en un mísero lunes de tormenta.
Espero que quede claro, que no hay refugio sobre los guarros que se lavan la boca con páginas impregnadas de arte, esos, están destinados al peor de los infiernos: el de ser condenados y considerados incultos, al menos, hasta que lleguen a su destino final, que es la soga.
Mi lengua esta tranquila, aunque necesita una tila después de tantos esputos.