Éxtasis


Me senté con él, me miro a los ojos y me dijo:

Si no está contento, dale, un Winston. 
Sienta al empresario y sácale la corbata, invítale a un bourbon de Kentuky y empieza a hablarle de negocios.
Cualquier ratón esta cómodo si tiene en boca el queso. Acto seguido ofrecerle una copa y cierra el acto. La ratonera lo atrapará en un pestañeo.

Empieza a llover y las palabras pierden valor, pensando en el delicioso trato la vista se nubla, la mona ya no se viste de seda. 
Tengo que recordar la contraseña del maletín y tragarme la llave de las esposas, para asegurarme que mi destino no es la soga. El contenido oculto es desconocido, tampoco me interesa, solo pienso en volver a vivir esas tardes de verano, donde todo carecía de carencias.

Salí por la puerta de aquel lujoso apartamento, aun tenia la garganta amarga de ese polvo blanco, como en la mañana resacosa de navidad.
Hacer negocios implica sacrificios, de morir a vivir en un solo instante insignificante.

En la calle me esperaba el ford cochambroso de mi tia, la Paquita, la que no se fia de lo que hay en el maletero. 
Era perfecto para la ocasión, bajo la carcaza asquerosa llevaba un motor fiable, que no te dejaba tirado, como la materia en mi mano, en aquellas noches de soledad, donde la mente rugía esperando arrancar.

El destinatario era puntual cual asiático mafioso. No era de la zona, pero se la conocía mejor que yo, me llevaba ventaja en to...

éxtasis
oasis de mi chasis.

Remz.