Plastic family


Besos fríos, relaciones de cristal, anécdotas blandas sobre un terreno abismal, criaturas con caras angelicales se ocultan bajo el lugar, camuflando con perfume las cuerdas del azar, dirigidas por titiriteros que a su vez son los que te van a acompañar.

Ya nada es lo mismo, aunque procedas del mismo big bang, cada uno ha escogido un camino que cuesta desenganchar, de sus raíces ingratas y desdichas en su actualidad, su estado liquido hecho de lágrimas sin pagar, provoca un nuevo pero a su vez precario mar artificial, tal y como es su relación con los del mismo baobab.

Te duele, tus ansias por una reacción recíproca ante el blandengue, hacen que te sientas débil aunque no seas tu el pelele. Y es que es así, por que si, no se, solo se que es aquí, en mi comunidad, donde una relación afín ya es cosa del final, del eterno preguntar, ¿Qué pasará si mañana salgo solo a nadar?

En su mar, en su mentira, en su burbuja que palpita, en su manera de confortar todo aquello construido en la maldad de no querer reconocer la noble lealtad, aunque sea para aquellos que dejaron su espalda y sus sueños en el campo de cultivar, conocido también como el camino de procrear.

Si es que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio, y si encima no se lo toman a pecho ¿Qué va ser de ellos?

Así que, ¡volad, volad hijos del derivar!, que cuando giréis la cabeza el brazo no se torcerá. Seguirá recto en señal de vuestro desconfiar.

Porque si os corre inseguridad en las venas todo se puede remediar, tan fácil como coger el álbum y empezar a recordar, el porque empezó todo sin fechas a determinar.
Con el único objetivo de empezar a perdonar, tanto la propia alma como la mente magullada de la eternidad.

Por favor, amad y sed amados, no os cuesta nada cumplir con su bondad.

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