Goree
Solo sé que no se nada, pero eso me reconforta.
Mi propio desconocimiento me ofrece una manta en un día de frió, como hoy, frágil, solaz, destructor.
Sin ningún pudor, sin ningún temor, que me tema, aunque temo que padezca terror en mi interior.
Sueño con mañanas heladas y calladas, que conozcan lo que desconozco. Que puedan encontrar algo que hecho de menos, que lloro cada noche su perdida, que lamento su presencia.
En una ataúd de cristal, empaño lo transparente con fluidos, con los propios y los de amigos que lo intentan pero no pueden. Sacarme sin dañarme, sin rozarme con el veneno que nos separa. Miro mi reflejo, lo oigo, lo veo, lo noto decepcionado y distante, añora lo apasionado que nos definía como habitante.
Si pudiera lo abofetearía y consecuentemente él a mi. Por que si, porque es lo que siente y lo que debe. Pero no lo hace, solo nos separa la bruma y no quiere. Fijamente me mira atentamente, con dolor y persuasión, con simbiosis de calvarios y certezas: – No haces nada para salir, solo cierras los ojos y te refugias en tu mundo interior, un lugar sucio y quemado, cual tus pulmones.
No tienes ya fuerza, no tienes ganas ni para intentarlo. Escapas evadiéndote de la realidad con las piruletas del estado. Creo que esto ya ha pasado. Estas acabado.